Saturday, July 28, 2018

DIÁLOGO VS SANCIONES 

No he podido evitar indignarme al observar las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de España, Josep Borrell, ante las acciones criminales de los gobiernos de Nicaragua y Venezuela. El señor Borrell ha manifestado su desacuerdo con las sanciones impuestas por la Comunidad Europea, EE.UU., Canadá y al menos quince países latinoamericanos a funcionarios de esos gobiernos con comprobadas acciones delictivas. 

Pero, podemos estar indignados pero no sorprendidos. Ya, su compañero de partido José Luis Rodríguez Zapatero ha venido haciendo la labor que él propone: un llamado al diálogo. Ahora bien, la pregunta que yo me hago es que podemos dialogar con gobiernos que violan constantemente la constitución , masacran a su pueblo, saquean las arcas nacionales y  permiten que el pueblo se muera por falta de alimentos y medicamentos. ¿Se pueden discutir estos temas, si una de las partes no reconoce la existencia de los mismos?. La respuesta es simplemente: no. 

La intención del diálogo siempre ha estado presente en la oposición. Pero, ya han pasado más de tres lustros y sólo observamos que las condiciones de vida de los venezolanos han llegado a un límite de pobreza que el único camino que encuentran para solventarla es emigrar. Cuando Pedro Carmona Estanga es elegido presidente de Fedecámaras en el año 2001, su principal propósito era negociar con el gobierno. Pretendía, Carmona Estanga, convencer al Presidente Chávez que el diálogo era la vía más adecuada para encaminar al país hacia el  progreso y el bienestar de toda la población. Cual sería su grado de frustración, que de la noche a la mañana se convirtió en un líder político y estuvo a la cabeza de un movimiento social que fuerza la renuncia de Chávez. Lamentablemente, la poca experiencia política de las personas que manejaron la situación y seguramente la avaricia política de algunos permitió el regreso de Chávez, para la desgracia de Venezuela. 

Pero no nos llamemos a engaño. Los llamados revolucionarios comunistas cuando toman el  poder no lo dejan democráticamente. Tenemos el caso de Cuba. Mientras los lideres del mundo se fotografiaban con Fidel Castro, pensando que podían mejorar la situación de la isla, éste lo que hacía era ganar tiempo para seguir socavando los cimientos democráticos en Latinoamérica y buscar fortalecer las ruinas de su proyecto hegemónico. Perpetuase en el poder con el apoyo de las armas y la pauperización de la población era su objetivo. El caso cubano ya tiene sesenta años y ha gozado de todo tipo de favores de las democracias y la intelectualidad en el mundo para encontrar una salida a la falta de libertad y al empobrecimiento de su población. Los hermanos Castro han preferido perpetuarse en el poder y vivir de la limosna soviética en una primera etapa y ahora del robo a Venezuela con la colaboración de sus camaradas venezolanos. 

 A los delincuentes venezolanos, al igual que los de Cuba y Nicaragua, hay que sitiarlos y forzar su renuncia como sucedió con Chávez, en el 2002, sólo hay que asegurarse que esta vez no tengan regreso. Para ello, es muy importante el apoyo internacional. La oposición en Venezuela está luchando contra fuerzas internas y externas que sólo buscan apoderarse de la riqueza nacional  en detrimento de toda la población. Un país de inmigrantes lo convirtieron en pocos años en país de emigrantes. 

Venezuela ha colapsado. La indiferencia ante tal situación nos hace cómplices. Lo aquí planteado lo tiene que conocer muy bien el gobierno español, pero su alcahuetería política parece más importante. Aprovecho para recordarles que existen millones de españoles que tienen algún tipo de vínculo con este país y están muy preocupados por lo aquí sucede. Estoy seguro que en las próximas elecciones en España harán sentir su frustración con el actual gobierno.

José Antonio Borges. Julio 2018.